Las organizaciones deben disponer de directrices para la gestión de riesgos, además de procedimientos adecuados de protección de datos. Aunque ambos pertenecen a la misma categoría de servicios, la gestión de riesgos corporativos y la seguridad informática empresarial son muy diferentes. El proceso de identificar todos los recursos que pueden ser objetivo de un atacante y, a continuación, prevenir y minimizar ese peligro se conoce como gestión de riesgos empresariales.
Mientras que la gestión de riesgos pretende reducir los riesgos tecnológicos generales, la mitigación de amenazas es esencial para disminuir los peligros actuales. Aunque el cumplimiento es crucial, la mayoría de los requisitos normativos se centran en la reducción de riesgos y en las medidas de control de acceso a los datos. La gestión de riesgos proporciona estrategias para reducir las posibilidades de que un ataque tenga éxito y ayuda a las empresas a identificar la amplitud de su superficie de ataque.
Una gestión eficaz de los riesgos requiere una planificación estratégica y una ejecución exhaustivas, al igual que la seguridad de la información. Identificar los peligros es el primer paso para visualizarlos y tomar conciencia de su existencia. Para establecer la prioridad de cada región de la red con las características de mayor riesgo, se suele utilizar un mapa de calor de riesgos.
Una vez identificados los factores de riesgo, se crea un plan de acción. Este plan identifica la tecnología y las técnicas que deben utilizarse, como la instalación de un honeypot para atrapar a los piratas informáticos. Una empresa puede decidir ignorar o restar importancia a un riesgo si el gasto de mitigarlo supera el posible perjuicio financiero que puede derivarse de aprovecharse de él. La empresa puede concentrarse primero en las vulnerabilidades más caras clasificando y priorizando el riesgo.
La inteligencia artificial (IA) se incorpora con frecuencia a los sistemas modernos de gestión de riesgos. La IA mejora significativamente la capacidad de la ciberseguridad para identificar riesgos y amenazas persistentes, especialmente en el caso de sofisticados ataques patrocinados por el Estado y amenazas persistentes avanzadas. Sigue siendo necesario un analista para analizar las alteraciones y encontrar falsos positivos en la detección, incluso con sistemas de IA. La IA se ha vuelto esencial a medida que los piratas informáticos elaboran programas maliciosos más sofisticados y emplean ataques encubiertos. La IA debe ser capaz de identificar rápidamente las amenazas y neutralizarlas antes de que puedan causar una violación de datos significativa y costosa.